Palmeras

Palmeras infinitas de paisaje, con zonas más abiertas, que son pequeños campos de arroz, donde las palmeras los rodean. Es impresionante, creo  que no nos cansaremos nunca de este idílico paisaje e intentaremos retenerlo siempre.

Los cuatro días que hemos pasado en el hotel nos han servido para hacernos demasiado callejeros, desde el amanecer hasta bien entrada la noche.

En Cijulang han montado una feria y fuimos un par de veces. La segunda vez nos montamos en la barcaza, en un columpio raro y en la cárcel noria. Hemos jugado a los dardos, a los aros y los laberintos de canicas de goma.

Empezó a llover y volvimos al hotel. En el hotel Alex dice que es cutrecillo el wáter, porque no esta terminado. No hay agua caliente, pero no nos importa.

Del hotel nos hemos ido a Casa Tina. El nuevo hogar es precioso. Dos habitaciones separadas en medio por una  amplia zona abierta donde está la cocina, el comedor y zona de descanso. Todo rodeado por un precioso jardín.

Hemos compartido tres días la estancia común con una pareja de alemanes, a los que creo que se les acabo el descanso en cuanto llegamos (lo siento chicos!). Ocupamos nuestra habitación y gran parte de la mañana la pasamos en las zonas comunes por tema trabajo y cole … pero siempre en el silencio. A veces nos retiramos por si ellos también quieren ocupar ese espacio común, pero no lo hacen. Delante de nuestra habitación hay una hamaca y a veces anda por aquí misiflú, una pequeña gata que no para de ronronear y que se deja coger por Alex.

Ecep vuelve a ser nuestro vecino, vino a ver a Alex y se quedaron por el barrio.  Nosotros nos fuimos a Cijulang a comprar y sacar dinero. Cuando llegamos habían cogido una escalera para subir a una palmera y habían cogido un coco. Lo abrieron con un cuchillo para beber su agua… Se habían colado por la ventana de nuestra habitación (los alemanes tenían que estar alucinando…).

Desde hace algunos días la marea se ha vuelto enorme y con ella las olas. Hay una corriente que es difícil para nosotros. Alex y yo lo intentamos pero la corriente nos agota, decidimos jugar en la arena o bañarnos siendo arrastrados por la fuerte corriente. Alex aprovecha esas grandes olas porque él no tiene miedo y está disfrutando mucho.

El otro día picaba el agua, es época de medusas e hidrozoos. Las carabelas portuguesas se han cobrado sus primeras víctimas.

En estos días de playa hemos conocido a una familia de holandeses con dos niños (Lars, 11 y Nick, 8) y una niña (Ingan, 6). Alex se hizo amigo de Lars, que hablaba un perfecto inglés después de 9 meses de viaje por Rusia, China Vietnam, Camboya, Indonesia.  Hicieron grandes volcanes en la arena, aunque no conseguimos crear la lava ni el fuego.

Los holandeses decidieron vender todo (casa, coche, …) y enseñar a sus hijos otra forma de aprender, a través de las vivencias adquiridas en este viaje. Los niños no hablaban inglés antes del viaje, pero ahora sí. No saben si volverán. Ahora mismo sólo piensan en hoy y hoy están ya en Australia.

La gente que conocemos, cada uno tiene su historia, proviene de un lugar diferente y se dirige a otro, pero  todos  tiene algo en común, un viaje.

Muchos me preguntáis a qué me dedico ahora, en esta pausa laboral, qué hago… estoy totalmente volcada en una cosa… VIVIR, disfrutando de cada momento. Creedme , lo estoy consiguiendo, sin prisas, con los brazos abiertos y con mi familia. Y me encanta!

Los días van pasando en Batukaras y casi no nos damos cuenta. Visitamos el Green Valley, un precioso valle verde en que te puedes bañar en las pozas o hacer bodyrafting. En una poza hay una liana y los chicos se animan a bañarse y probar suerte. Es viernes, día de oración y no hay nadie… ni el que cobra la entrada. Los viernes parece que se para todo. A la vuelta, elegimos otro camino y acertamos de lleno. El paisaje es impresionante, creo que de los más me gustan de los que llevamos. Una pequeña carretera blanca separa dos arrozales enormes rodeados de palmeras.  Las sonrisa se apodera de nosotros.

Siguen pasando los días entre olas, playa y el L-Pari. El L-Pari es un “restaurante» que hay en la playa en el que no hay casi nadie nunca. Alex dice que parece el salón de una casa porque es como un punto de encuentro para todos. Se está muy a gusto tomando zumo de piña natural, comiendo, cenando o jugando a las cartas.

En uno de nuestros ratos de conversación Moni nos cuenta que hay una cascada y al día siguiente decidimos visitarla: Jojogan. El camino para llegar no es fácil y no está nada cerca, durante el trayecto dudamos bastante y preguntando no nos entendemos, pero seguimos y seguimos adelante, subiendo un monte, pasando pueblos o barrios hasta que llegamos. Hay un mirador increíble.  La época de lluvias aún no ha llegado. La cascada está seca, pero aún así es preciosa. Volvemos a tener el privilegio de estar solos y nos damos un chapuzón refrescante en la poza.

En el campo de futbol están montando un escenario. Preguntamos y nos enteramos que van a celebrar algo, como la virgen del Carmen pero a lo indonesio. Al día siguiente en el escenario hay un espectáculo de música y al terminar la gente recorre dos kilómetros andando. De noche todos los niños recorren la calle de Batukaras con linternas simulando que son velas y cantando. Al día siguiente comienza la fiesta. Primero una baile tradicional animado por tambores y cantos. Al terminar, las embarcaciones típicas de pesca se lanzan al mar para tirar la ofrenda, una pequeña casita con una muñeca fuera tipo nancy. Dentro de la casita va una cabeza de vaca como agradecimiento al mar.  Nosotros, muy marineros, allí que estábamos, subidos a nuestro cayuco pesquero. No fue fácil salir al mar, había enormes olas y ninguna seguridad… cosas de aquí. Nuestro patrón menos mal que fue habilidoso y pudo sacarnos rápido, sobre todo porque Alex y yo estábamos en la proa. No adentramos un poco en el mar, todas las embarcaciones parecían volar y saltar por las olas. La casita se puso en el mar y los “barcos” se empezaron a echar agua unos a otros… Al rato volvemos, eso sí, esperando la ola que ayude a devolver a la embarcación a la arena.  Ese día comida gratis para todos en el campo de fútbol. Tarde de marionetas y música tradicional.

En casa hemos descubierto que Misiflú tenia tres gatitos escondidos, pero sólo queda uno vivo. Es nuestra última noche en Batukaras y nos despedimos de todo el mundo. Ha sido un tiempo precioso en este sitio, por su gente, por sus palmeras, por sus olas, por sus sonrisas… que nunca olvidaremos.

 

 

 

3 comentarios en “Palmeras

  1. Hola soy Hugo son muy bonitos los paisajes que habéis visto, me gustaría ir a verlos con mi familia. Que te lo pases muy bien.

    De parte de Hugo para Alex. 😁

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